Oscar Wilde reclinado con su libro Poemas; retrato de Napoleon Sarony, en Nueva York (1882).
Wilde recibió una profunda influencia de los escritores John Ruskin y Walter Pater, que defendían la importancia central del arte en la vida.
El propio Wilde reflexionó sobre este punto de vista cuando en El retrato de Dorian Gray escribió que «Todo arte es más bien inútil» («All art is quite useless»).
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De hecho, esta cita refleja el apoyo de Wilde al principio básico del movimiento estético: el arte por el arte.
Esta doctrina fue acuñada por el filósofo Victor Cousin, promovida por Théophile Gautier y adquirió prominencia con James McNeill Whistler.
El movimiento estético o esteticismo, representado entre otros por Walter Pater, William Morris, Dante Gabriel Rossetti y Stéphane Mallarmé, tuvo una influencia permanente en las artes decorativas inglesas. Wilde, uno de sus principales representantes en Gran Bretaña, llegó a ser una de las personalidades más prominentes de su época.
Aunque sus iguales en ocasiones lo tildaban de ridículo, sus paradojas y sus dichos ingeniosos y agudos eran citados por todas partes.
Ya desde su período en el Magdalen College, Wilde adquirió renombre especialmente por el papel que desempeñó en los movimientos estético y decadente.
Comenzó a llevar el pelo largo y a desdeñar abiertamente los deportes llamados «masculinos».
Asimismo, comenzó a decorar sus cuartos en el College con plumas de pavo real, lilas, girasoles, porcelana erótica y otros objetos de arte.
Su comportamiento excéntrico frente a la norma masculina le costó que lo zambulleran en el río Cherwell además de que le destrozaran sus cuartos (que todavía sobreviven como salas de alojamiento de estudiantes en el College); sin embargo, este culto se propagó entre ciertos segmentos de la sociedad hasta un punto tal que las actitudes lánguidas, las vestimentas exageradas y el esteticismo en general se convirtieron en una pose reconocida.
Una caricatura de The Wasp, que representa a Wilde durante su visita a San Francisco, en 1882.
El esteticismo en general fue caricaturizado en la opereta Patience (1881), de Gilbert y Sullivan. Patience tuvo tal éxito en Nueva York que al empresario Richard D’Oyly Carte se le ocurrió la idea de enviar a Wilde a los Estados Unidos a dar un ciclo de conferencias.43
La gira se organizó cuidadosamente, y la llegada de Wilde tuvo lugar en enero de 1882.
La primera conferencia que pronunció, The English Renaissance (El renacimiento inglés), tuvo lugar el 9 de enero de 1882, en el Chickering Hall, de Nueva York.43n. 14
The Nation publicó una reseña imparcial y sagaz de dicha primera conferencia, en la que se lee: «Mr. Wilde es, esencialmente, un producto extranjero y difícilmente podrá tener éxito en este país.
Lo que tiene que decir no es nada nuevo, ni es su extravagancia lo bastante extravagante para divertir al público norteamericano habitual.
Sus pantalones cortos y su larga melena no están mal en sí mismos; pero, realmente, Bunthorne ha echado a perder el público para Wilde.»
La gira se realizó, además, en Filadelfia, Boston y otras ciudades del este y oeste de los Estados Unidos, hasta extenderse a Canadá.
Wilde afirmó tiempo después que había dicho en la aduana: «No tengo nada que declarar sino mi genio» («I have nothing to declare except my genius»), aunque no existen más pruebas de la época (además de la propia afirmación de Wilde) de que dicha declaración se produjese. D’Oyly Carte se sirvió de esta gira de conferencias de Wilde para preparar la gira de Patience por los Estados Unidos, y se aseguró de que el público que compraría las entradas estuviera al tanto de la personalidad de este personaje británico.43
De regreso en Gran Bretaña, trabajó como revisor para la Pall Mall Gazette de 1887 a 1889. Después de este período, se convirtió en el editor de Woman’s World (Mundo femenino).44
En el plano político, Wilde apoyaba un tipo de anarquismo filosófico, y expuso sus ideas en el texto El alma del hombre bajo el socialismo.
A veces la gente se pregunta bajo qué tipo de gobierno viviría mejor el artista, y solo hay una respuesta: en ninguno. Oscar Wilde.